¿Qué significa “éxito” en el discernimiento?
Ernie Garrido dejó una carrera acelerada en la ciudad de Nueva York después de escuchar esa contundente invitación de Jesús a dejar todo atrás y seguirlo. (Foto: Shutterstock)
EN UNA ERA de avances tecnológicos que nos permiten hablar con nuestros dispositivos inteligentes cada vez que estamos perdidos, tenemos dudas o buscamos recomendaciones, estamos acostumbrados a verbalizar nuestras necesidades de forma aleatoria y clara a una entidad invisible.
La nueva normalidad es: “Alexa, ¿cómo llego a? ...”
Pero cuando se trata de discernir nuestro lugar, nuestra vocación y nuestro propósito dentro de la Iglesia y de nuestras comunidades, propongo que pongamos en práctica el mismo concepto, salvo que invoquemos con entusiasmo al Espíritu Santo.
La normalidad original era, es y será siempre: “Espíritu Santo, aconseja y guía mis decisiones con tu sabiduría.”
Esa voluntad de abrirme al Espíritu Santo y de buscar constantemente su guía fue el propósito mayor de mi viaje de discernimiento. Y en mi experiencia, el viaje no llega necesariamente a una conclusión, siempre y cuando continúe atento a los mensajes del Espíritu Santo.

“Hágase tu voluntad …”
Las conocidas palabras del Padre Nuestro fueron un buen punto de partida y me sirvieron de brújula espiritual confiable cuando empecé a discernir seriamente mi vocación.
Justo antes de cumplir 30 años, como profesional inquieto en la dinámica Manhattan, llegué a un momento de solemne contemplación sobre el propósito mayor de mi vida. El buen Señor me había bendecido con una gran carrera en la publicación de revistas, un pequeño pero confortable departamento cerca de la Universidad de Columbia, amigos piadosos y confiables, y lo más importante, una familia cariñosa y comprensiva en Texas.
Tenía todo—pero faltaba algo profundo.
Me acerqué a mi párroco en ese momento, el Padre Paulista Gil Martínez, C.S.P., en la Iglesia de San Pablo Apóstol en Midtown, con este dilema personal, con la esperanza de encontrar algo de claridad y tal vez una solución rápida. En cambio, el Padre Gil me desafió a entregarme totalmente a la oración a través del Padre Nuestro.
Nunca olvidaré cómo me explicó —o más bien me advirtió con delicadeza— que tendría que estar preparado para responder al llamado del Señor, según su voluntad.
Desafío aceptado, y allá fui: “Padre nuestro, que estás en los cielos...”
Para ponerlo en contexto, por aquel entonces estaba soltero. Mis únicos apegos eran mi divertido trabajo y mi dichoso departamento. Nunca me habían invitado a discernir activamente mi vocación ni a considerar la vida religiosa o el sacerdocio.
El Padre Gil tenía razón. La paz empezó a entrar en mi vida y una cierta claridad comenzó a surgir a través de mi devota oración pidiendo orientación. Decisiones que antes eran impensables o tal vez imposibles de tomar, de repente se convirtieron en claros mensajes.
Cumplí 30 años comprendiendo claramente que mi próspera carrera y el glamour de un estilo de vida neoyorquino no eran más que una experiencia de aprendizaje temporal y parte de mi camino de discernimiento mayor. Renuncié a mi trabajo, dejé mi departamento y volví a casa, a Texas.
Era el camino hacia la paz que estaba buscando. También me ayudó mucho que mis padres me apoyaran y comprendieran que se trataba literalmente de un acto de fe.
Pero fue necesaria esa intensa dedicación a la oración, esa entrega completa y total a Dios, para comprender y seguir la voluntad de Dios para mi vida—un proceso que continúa hasta hoy.
Confía en el proceso
Confía en Dios. Confía en el proceso. Confía en la guía del Espíritu Santo.
En mi papel actual como reclutador de vocaciones para los Padres Paulistas, a menudo explico que explorar una vocación es diferente de elegir una carrera.
“Quiero ser médico. Quiero ser abogado. Quiero ser ingeniero. Y si trabajo lo suficiente y logro los títulos y certificaciones adecuados, puedo conseguirlo.”

Quería ser sacerdote en una comunidad religiosa. Me inspiraban la vida comunitaria y la misión. Investigué y dediqué tiempo a la oración. Asistí a retiros “Ven y verás.” Incluso hice varios viajes en misión al extranjero. Pasé tiempo con los directores de vocaciones, tanto diocesanos como de órdenes religiosas.
Estaba listo para solicitar la admisión y dispuesto a trabajar lo suficiente como para ingresar en un instituto religioso en busca del sacerdocio.
Pero esa no era la voluntad de Dios. (Recuerda cómo empezó todo, “Hágase tu voluntad...”)
Considero que los meses pasados en discernimiento fueron un tiempo espiritualmente enriquecedor que me ayudó a madurar como Católico, como individuo y como miembro de mi comunidad. Podría escribir un artículo entero sólo sobre las numerosas gracias y revelaciones que recibí durante este tiempo inspirador de entrega total al Señor.
Mi viaje de discernimiento me ayudó a cambiar mi mentalidad de la ambición mundana, “Yo controlo mi vida, mi profesión y los resultados de mi vida” a la confianza divina, “Señor, guía mi vida, mi profesión y los resultados de mi vida.”
Aprendí a entender y a poner en perspectiva aquella radical invitación de Jesús a dejarlo todo y seguirlo. Aunque mi experiencia fue un poco dramática y bíblica en cierto sentido, creo que lo que el Señor nos pide es básico: abandonar nuestra ambición controladora y confiar enteramente en Él.
“Señor, ¿acepto esta oferta de trabajo para honrarte con mi trabajo?”
“Señor, ¿es esta una mujer piadosa que aumentará mi amor por ti?”
“Señor, ¿es necesario este traslado para tu mayor gloria?”
Te invito a que vuelvas a leer el pasaje de Mateo 19 sobre el joven rico que se acercó a Jesús (versículos 16-30). Ponte en el lugar de ese joven y acércate a Jesús agradecido por las riquezas que posees, pero anhelando la guía divina.
A menudo el Señor es muy directo con sus enseñanzas, utilizando un lenguaje que nos conmocionará de inmediato. Jesús le dijo al joven: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.”
Jesús ya sabía cuál sería la reacción del joven, ¿verdad? Pero mirándolo más de cerca, el Señor simplemente le está pidiendo que haga un cambio radical necesario para que pueda realmente seguir a Jesús.
Consejos prácticos
Así pues, tienes la voluntad de discernir tu vocación. Ahora bien, ¿qué vas a hacer?
Empieza por buscar un guía y consejero espiritual, que es en sí mismo una tarea para ofrecer a Dios. Como mi viaje requería traslados y cambios constantes, el buen Señor me proporcionó tres sacerdotes increíbles que se convirtieron en mis mentores y confesores. Debo los frutos de mi discernimiento a su sabiduría sacerdotal y a su amistad solidaria.
Ten la mente abierta. Es posible que pienses que estás destinado a una vocación en particular, pero el camino del discernimiento es un momento para explorar todas las opciones. Además de mi investigación sobre el sacerdocio, también trabajé en algunos proyectos con la Oficina de Vida Familiar de mi diócesis, que me ayudaron a entender las gracias que vienen con el matrimonio. También tuve una querida amiga que era una virgen consagrada y me enseñó mucho sobre la alegría de encontrar tu vocación. Recuerda, el Espíritu Santo nunca te llevará por mal camino.
Habla con tu familia y amigos acerca de tu camino de discernimiento. Este paso puede significar un desafío para algunos. Mis padres al principio reaccionaron con preocupación, pero su actitud cambió a medida que vieron la alegría de mi viaje. El apoyo de mis mejores amigos también fue inestimable.
Reza—y reza una vez más. Una de las mayores bendiciones de mi viaje de discernimiento fue que aprendí cómo rezar, que es esencial para poder sintonizar con los mensajes del Espíritu Santo. La iglesia nos brinda una gran diversidad de formas de oración, y te sugiero que investigues todas las posibles.
También pide que recen por tí. El Padre Michael Amesse, O.M.I., uno de mis guías espirituales, me enseñó a decir siempre, “Tú reza por mí, y yo rezaré por tí.”
Sí, el Señor trabaja de manera misteriosa, así que prepárate para eso.
En 2015, conocí a una mujer piadosa en el gimnasio, porque yo tenía puesta una playera que tenía impresas en la espalda unas palabras de San Pablo. Ruth Elizabeth es hoy mi esposa, y cada día me acerca más al Señor.
Y si bien el sacerdocio no era donde estaba llamado a servir a la iglesia y a mi comunidad, en septiembre de 2023 inesperadamente recibí un llamado de los Padres Paulistas con una propuesta de trabajo interesante. Aunque estaba muy emocionado con ella, no la acepté inmediatamente sin un discernimiento en oración previo.
“Espíritu Santo, aconseja y guía mis decisiones con tu sabiduría.”
Relacionado: VocationNetwork.org, “Cinco señales de que la vida religiosa podría ser adecuada para ti.”
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